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Coaliciones de independientes.

La forma de nuestro ser político conforme a Mauricio Zavaleta

Publicado: 2023-02-02

Mauricio Zavaleta vuelto a presentar este año el libro que publicó originalmente en 2014 (Lima, IEP);“Coaliciones de independientes. Las reglas no escritas de la política electoral”. El título, es al mismo tiempo nombre del libro y construcción teórica. Mauricio encuentra que la teoría política suponía que los ciclos de apertura o democratización originaban casi automáticamente sistemas de partidos (página 51). La suposición parece basada de alguna forma en lo que asumimos que ocurre en el mercado: La apertura al libre juego de oferta y demanda genera competencia y negocios privados; de forma semejante la democratización del sistema institucional debería generar competencia y partidos.

Mauricio encuentra que la regionalización, en la forma específica que adquirió después del año 2002, puso en tela de juicio ese axioma conforme al cual la democratización debía conducir a la reconstitución del sistema de partidos: “la introducción de un nivel medio de gobierno -el gobierno regional- ha generado fuertes incentivos para conformar coaliciones de alcance regional, más que nacional”. Esos incentivos “no son suficientes para que la asociación [de agentes de la política] tenga vocación de continuidad” (página 48). Tampoco lo son para que pueda articularse con o como un sistema nacional de partidos.

La democratización, entonces, por si misma, no solo puede no ser, sino que entre nosotros no ha sido suficiente para alentar la formación de un sistema de partidos políticos propiamente tales (página 51).

Los partidos, para Mauricio, no deben ser reconocidos solo como grupos identificados por etiquetas que compiten en elecciones. Una entidad política, nos dice, debe ser reconocida como partido en tanto cuente con “una infraestructura administrativa o una mínima coherencia programática” (página 49) que se sostenga en el tiempo. Un partido debe abastecer a sus militantes de respuestas para la acción colectiva y la elección social (página 59); un partido es tal porque permite a sus integrantes ser elegidos y contar con un arsenal de respuestas a las cuestiones públicas en torno a las que deben actuar. De hecho, citando a Levitsky y Cameron, Mauricio sostiene que los políticos, por si mismos, suelen organizarse en atención a intereses inmediatos y tomar decisiones de corto plazo. Solo en tanto integran organizaciones con vocación de permanencia “los políticos desarrollan prioridades de largo plazo” (página 60). La ausencia de partidos “exacerba la miopía natural de los políticos y les impide pensar en un horizonte a largo plazo o más allá de la circunscripción en que compiten” (página 199). Pero además priva al sistema de un recurso imprescindible para orientar al elector y organizar sus preferencias en un sistema que debería ser mínimamente predecible: Sin partidos “el sistema en su conjunto se vuelve incierto”; “la solicita se convierte en el reino de la incertidumbre” (página 198).

Los partidos resuelven problemas de sus miembros, pero a un determinado costo. Quienes integran partidos ceden independencia; adquieren el deber de hacer una carrera dentro de la organización, deben atender directivas y acatar acuerdos de la organización e invierten capital personal y tiempo en ella (página 85). Para que la ecuación funcione los incentivos para formar partidos y sostener la acción política a través de ellos deben ser mayores que los costos que esa decisión representa. Para Mauricio “en la mayoría de los espacios de competencia política en el Perú no hay incentivos para la formación o reconstrucción de partidos políticos” (página 47).

Mauricio parte de notar que los años 80, nuestros difíciles años 80, transcurrieron con un sistema de partidos que se desmoronó en los 90. “Tras la debacle del sistema de partidos [nos dice] las organizaciones nacionales en el Perú perdieron la capacidad de agregar intereses, absorber políticos locales y desplazar a sustitutos partidarios” (página 75). La crisis se sostuvo después de la caída del régimen de los noventa. Aún en el Perú posterior al 2000 “los políticos carecen tanto de capacidades como de incentivos para emprender la construcción de partidos nacionales” (página 79). Los partidos fueron sustituidos como fuentes de recursos para la actividad política por el patrimonio personal de los políticos, por empresas privadas o incluso por medios de comunicación (página 85). “Sin organizaciones capaces de brindar capitales administrativos e ideacionales, los candidatos se asocian sobre la base de su capital personal, lo que permite maximizar oportunidades durante la campaña electoral sin asumir el costo asociado a pertenecer a un partido” (página 85). El pragmatismo y la ausencia de debates de fondo sobre asuntos fundamentales como las condiciones de base del modelo económico hicieron prescindibles los aparatos programáticos de los que los partidos debían ser portadores. Con muy bajos estímulos endógenos, Mauricio encuentra que solo la presencia de fuertes incentivos exógenos (la necesidad de competir con una organización antigua o enraizada como el APRA en Trujillo o de vencer los obstáculos que impone una geografía difícil como la de San Martín) ha podido conducir en el ciclo a que determinados colectivos políticos se diferencien de esta tendencia y asuman la posibilidad de invertir en organizaciones sostenibles en el tiempo (página 49). Fuera de esos casos los recursos de reemplazo de los partidos han permitido a los actores políticos resolver los problemas que plantean las elecciones una por una sin que los agentes de la política encuentren necesario sacrificar su condición de independientes o pagar el costo de una organización permanente que puede recordar su margen de maniobra.

“En ausencia de partidos funcionales [dice Mauricio], los políticos han establecido un conjunto de normas y procedimientos informales mediante los cuales participar en elecciones y sobrevivir de una a otra en dos niveles complementarios: la articulación política y la forma de obtener reputación y recursos de campaña”. Estas normas y procedimientos informales son llamadas por Mauricio “sustitutos partidarios” (página 52): Se trata de acuerdos uno a uno celebrados entre pre candidatos sobre la forma de obtener recursos administrativos para enfrentar una campaña y nominar candidatos (página 89) sin que las partes expresen ninguna expectativa o vocación de hacerlos sostenibles en el tiempo. Mallas de candidatos tejidas con ocasión de un evento en particular, una elección. Estas son las “coaliciones de independientes”. Un esquema de acción práctica informal que permite “simular el funcionamiento electoral de partidos” (página 190) que en realidad son solo carcazas de una configuración (no un sistema) altamente volátil.

Este, nos dice Mauricio, “es el mecanismo que hace funcionar la democracia peruana” (página 76), porque “en el Perú la dinámica apartidaria se ha institucionalizado, con numerosos incentivos para rechazar la formación de organizaciones duraderas” (187).

El proceso de sustitución del sistema político por una constelación de coaliciones se ha sostenido a sí mismo tanto que para la segunda edición del libro llevamos ya cinco elecciones generales seguidas, una tras otra, sobre la base de esta forma de ser de las cosas. Más allá de los incidentes que representan la crisis continua en que vivimos desde el 2016, la secuencia de cinco elecciones generales seguidas no tiene precedentes en la historia que comenzó en 1821. Pero son cinco elecciones caracterizadas por el mismo “fin de los políticos de carrera” (página 21), por “la extinción de los políticos tradicionales” (página 34) y, muy particularmente, por el establecimiento de las “coaliciones de independientes” que Mauricio describía ya como una realidad en el 2014.

En el texto de Mauricio la construcción de una constelación organizada sobre coaliciones como las que tenemos “tiene un alto costo para la gobernabilidad democrática” (página 200). En una conformación de este tipo “la política -en el sentido mas puro de la palabra- se cancela fuera de los periodos electorales o queda restringida a rencillas personales”. La calidad de la representación baja porque los parlamentarios “no poseen la experiencia ni el equipo necesario para realizar una tarea exitosa” (ambas, página 199) y en estas condiciones “no hay ningún contrapeso capaz de resistir una nueva ola autoritaria” (página 201). El esquema además, en tanto inmediatista y en tanto instalado en un entorno informal abre las puertas “al ingreso a la política de candidatos vinculados a economías ilícitas, como el narcotráfico el contrabando o la minería ilegal” (página 202).

En “una segunda mirada”, el estudio preliminar de esta segunda edición Mauricio anota la necesidad de relacionar la lectura de las coaliciones con “la persistencia de un elemento central de la sociedad y la economía peruanas: su alto grado de informalidad y baja densidad asociativa” (página 17). La informalidad aparece de hecho en el texto, especialmente en la caracterización de los acuerdos que sostienen las coaliciones; en la descripción de los recursos con los que sus actores sustituyen a los partidos y en la percepción de la forma en que el esquema abre espacio al ingreso a la política de las economías ilegales. Pero a ocho años de distancia de la primera reconstrucción de la mecánica política que se expandió entre nosotros el peso de la informalidad se hace evidente, como se hace evidente además su relación potencial con la corrupción: “políticos conscientes de que su tiempo en el cargo es transitorio y sus posibilidades de reelección, diminutas, son más propensos a involucrarse en actos de corrupción (citando a Levitsky, página 23).

Al presentar la segunda edición de su libro Mauricio concluye: “el primer orden de una reforma política en el Perú debería orientarse a cómo generar incentivos para desarrollar trayectorias políticas de largo aliento y evitar su dependencia de recursos privados” (páginas 24 y 36).


Escrito por

César Azabache

Conduce "Conversaciones desde la coyuntura" y "En Coyuntura".Tiene una columna de opinión en La República y publica en espacios digitales.


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