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De Montesinos a los cuellos blancos - La reforma de la justicia en Luis Pásara

Publicado: 2022-12-02

Presento esta vez la entrega que en 2019 hizo Luis para la colección PerúBreve, presentada por la editorial Planeta y por Alberto Vergara. Como todos los ensayos de la serie, el de Luis condensa su contenido para producir un material amable a la lectura. Pero aún en este formato, un texto escrito por Luis está lejos de ser un texto liviano. No lo es. Aunque a Luis no le gusta sintetizarse a sí mismo -lo dejó en claro en la conversación que publicamos hoy sobre el libro- Luis ofrece en esta entrega una síntesis balanceada e intensa de los principales conceptos que pueblan los títulos que tengo ahora mismo ante mi: En aproximadamente 100 páginas uno encuentra cosas que comenzaron a escribirse en “Una reforma imposible” en 2014; en las “Tres claves de la justicia en el Perú” de 2010 (donde retoma y actualiza el clásico “Jueces, Justicia y Poder en el Perú” de 1982) pero también en “Los actores de la justicia Latinoamericana” de 2007 y en “La justicia en la región Andina” en 2015.

En Luis la cuestión sobre la justicia no se define por la comparación de modelos jurídicos o la crítica a la consistencia de los códigos o su relación con las modernas tendencias internacionales. La cuestión que Luis insiste en presentar se refiere a la cultura judicial y legal. Luis la entiende a la vez como contexto y como expresión de los sesgos y herramientas conceptuales de las que son portadores los actores del sistema. Entonces a Luis le preocupa como se relaciona esa cultura con la sociedad en que actúa el sistema, como se reproduce esa cultura en las universidades, como se expresa y refuerza en el comportamiento práctico de los abogados, como determina las tendencias que definen quien es juez o fiscal en el país y como determina un producto que se ciega insistentemente a medirse en función a resultados o datos confiables.

La distancia entre esta suerte de universo clausurado en sus propias referencias endógenas da origen en Luis a una aproximación al acceso de los ciudadanos al sistema como problema central, como vacío insoslayable que resta impacto a cualquier aproximación híper teorizada que intente concentrarse en la modernización técnica, la expansión de la infraestructura judicial, el incremento de presupuestos o el perfeccionamiento exegético de los códigos.


La Justicia, en Luis es un espacio que expresa, refleja pero también interactúa con la cuestión sobre la definición dela ciudadanía y la construcción de un Estado en forma.

Hay una diferencia sin embargo que queda advertida en el título de esta entrega. Las reflexiones originales de Luis sobre la propensión del sistema de justicia a reaccionar ante el poder, a subordinarse a él, adquieren un significado específico cuando ese poder se impregna a sí mismo de corrupción, como se impregnó en el Perú de los noventa, o cuando el judicial acaba reflejando esa enorme capacidad de albergar redes casi abiertas de influencia como las que mostraron los cuellos blanco en el Perú de 2019.

Sin embargo la entrega de 2019 no es solo sobre corrupción. A diferencia de sus anteriores entregas en esta el poder ha adquirido la forma del crimen organizado. Y el crimen organizado es descrito en una forma que pone en evidencia su íntima relación con un todo informal que no es entonces, que no puede ser ya, asumido como si correspondiera a una suerte de espacio aún no tocado por el sistema formal al que podemos integrar con algo de esfuerzo y promoción.

En el encuentro que tuvimos alrededor de esta entrega Luis fue categórico: hablamos de eso a lo que llamamos informalidad pero que en realidad es una forma específica de ser como una sociedad que, en paridad, no es. Desde “Jueces…” Luis ha insistido en que el sistema de justicia no puede ser abordado sin hacernos cargo del entorno en que opera. El sistema reproduce su entorno y sus actores, abogados, magistrados, profesores, son actores en función a ese entorno. La sociedad actual no contiene islas de desviación que puedan considerarse aisladas o singulares, como podría describirse a la que fue la organización de Montesinos. Orellana, el jefe de una mafia de tráfico de inmuebles, cuyo caso Luis encuentra como antecedente del descubrimiento de la mafia de los cuellos blanco, no fue un fenómeno aislado, sino la expresión de sin tejido impregnado por una forma de ser específica que está alojada en el fracaso de los planes de reforma institucional de la transición; una forma de ser que aparece encubierta por el discurso formal legalista al que Luis regresa como uno de los principales defectos de una forma de abordar del derecho que nos empuja siempre a olvidar que el derecho es y también deja de ser en el entorno en que actúa.

El acento está puesto en la forma en que el sistema forma o educa a sus operadores. La mirada a las facultades del derecho y la manera en que forman o deforman al educar; los abogados y el perfil de relaciones que establecen imponen a sus clientes; los magistrados, la forma en que son elegidos y su tendencial desapego a pensar en términos de resultados y consecuencias. Luis insiste: Entre nosotros son 50 años de anunciar reformas que intentan en el texto más de lo que pueden hacer si no ensayan formas específicas de impacto sobre la enseñanza del derecho y sobre la cultura; si no se hacen cargo que la reforma de la justicia es solo uno de los componentes de la reorganización de una sociedad que tiene que pensarse a sí misma de otra manera, si lo que se quiere, realmente, es organizar un servicio estable, inteligente en la forma que asigna recursos de manera eficiente o al menos equilibrada y es útil en sus resultados a las y a los ciudadanos, que son quienes deberían ser alcanzados por ella.

Publicado el 2 de diciembre de 2022


Escrito por

César Azabache

Conduce "Conversaciones desde la coyuntura" y "En Coyuntura".Tiene una columna de opinión en La República y publica en espacios digitales.


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